La rubia de ojos negros de Benjamin Black
Mi calificación: 4 de 5 estrellas
Benjamin Black toma el manto de Raymond Chandler y escribe una novela de Philip Marlowe y lo hace de forma magistral. Reconozco haber leído la noticia de esta novela con cierto recelo “¿Cómo? ¿Van a revivir a Marlowe? ¿Con qué necesidad?”. La lectura me despejó todas las dudas: Black (seudónimo del escritor irlandés John Banville) resuelve con astucia y sentido del humor la titántica tarea de volver a ponerle voz al detective privado más famoso después de Sherlock Holmes. ¿Humor? Sí, humor. Un humor ligero, irreverente que sustituye en buena medida la melancolía bogartiana del personaje y le da un aire fresco. Este Marlowe es uno mucho más interesante, más acorde a nuestra época. La prosa de Black es suave y ligera, permite una lectura muy satisfactoria y además nos ahorra buena parte de los enredos de las tramas clásicas de Chandler en las que era muy fácil perderse. Todo esto no significa que el personaje haya perdido su esencia, por el contrario, aparece con esa tranquila sensación del hombre que ya se conoce bien a sí mismo y se acepta como es, en especial, en sus limitaciones y neurosis.
El misterio planteado está bien llevado y la novela pareciera desplazarse sobre el aire, como si nunca estuviera realmente avanzando, y aún a pesar de eso, llama al lector. Mérito enorme del autor, capacidad que solo tienen los grandes.
Por lo demás, el relato está plagado de pequeños homenajes (desde la calle “Chandler” a personajes de aventuras anteriores de Marlowe que vuelven al ruedo pasando por varias referencias irlandesas donde se adivina la presencia de Banville) y lo de siempre: mujeres hermosas que le parten el corazón al detective sentimental, muertos y dinero. Aunque en este último apartado Black se permite jugar con el género negro y escatimarlo. Un guiño más para los lectores de este clásico modernizado.