Sherlock Holmes: el cuento perdido

Sherlock Holmes silueta

Hace pocos días nos enteramos de una asombrosa noticia: un historiador escocés de ochenta años (Walter Elliot) había encontrado de casualidad un cuento perdido y nunca reeditado de Sherlock Holmes en una revista que descansaba en su ático.

El librillo en el que fue encontrado se llama “The Book o´ the Brig” y fue editado en 1904 para asistir en la tarea de reconstrucción de un puente roto; varios autores de la época colaboraron con sus creaciones y escritos.

Si bien ya hay algunos estudiosos que sostienen que el cuento no habría sido escrito por Arthur Conan Doyle, lo cierto es que sí se trata de un relato que llevó como mínimo su autorización y que hasta el día de hoy permanecía inédito más allá de ese folleto inhallable y olvidado.

Es un placer poder presentar el cuento perdido de Sherlock Holmes por primera vez en castellano gracias al trabajo de la traductora Mariela Dominguez Leandro

¡Que lo disfruten!

SHERLOCK HOLMES: EL DESCUBRIMIENTO DE BORDER BURGHS Y, POR DEDUCCIÓN, LA VENTA BENÉFICA

(traducido por Mariela Dominguez Leandro)

“Hemos tenido suficientes romancistas antiguos y viajeros”, dijo el editor mientras corregía su copia y preparaba la gran edición sabatina del Bazaar Book. “Queremos algo moderno. ¿Por qué no publicamos unas palabras de Sherlock Holmes?”
Solo basta una palabra del editor para que se haga lo que ordena, al menos es lo que ellos creen. “¡Sherlock Holmes!” Bien podría entrevistar al Hombre de la Luna. Pero no tiene sentido decirles a los editores lo que uno piensa. No tenía ninguna objeción, le aseguré al editor, de perseguir a Sherlock Holmes, pero para ello debería tener que viajar a Londres.
“¡Londres!”, anunció con desdén el Gran Hombre. “¿Y dices ser periodista? ¿Acaso no conoces el telégrafo, el teléfono o el fonógrafo? ¡Ir a Londres! ¿Y no sabes que todos los periodistas deben ser miembros calificados del Instituto de Ficción, y estar cualificados para hacer uso de la Facultad de la Imaginación? Gracias al uso de la última, se han entrevistado a hombres a cientos de kilómetros de distancia; algunos fueron “entrevistados” sin su conocimiento o consentimiento. Ten listo un artículo de actualidad para la imprenta para el sábado. Que tengas un buen día”.
Fui invitado a retirarme y tenía que escribir lo que fuere. Bueno, podría valer la pena probar la Facultad de la Imaginación.
Con desconcierto observé la casa familiar de la calle Sloan. La puerta estaba cerrada, las persianas corridas. Ingresé; las puertas no detienen a aquellos que utilizan la Facultad de la Imaginación. La luz tenue de una bombilla eléctrica inundaba la habitación. Sherlock Holmes estaba sentado a un lado de la mesa; el Dr. Watson estaba de pie, a punto de retirarse. Sherlock Holmes, como ha publicado un destacado periódico, es un notable librecambista. El Dr. Watson es un proteccionista tibio, quien recibiría sus penas detrás de una torre Martello, como dijo ingeniosamente Lord Goschen, pero no “¡en el suelo!” El dúo acababa de concluir una fuerte discusión sobre la política fiscal. Holmes dice:
“¿Y cuándo volveré a verlo, Watson? La investigación sobre “Los misterios del armario secreto” continuará en Edimburgo el sábado. ¿Le importara viajar a Escocia? Obtendría información primordial de la cual luego podría sacar buen provecho”.
“Lo siento mucho”, respondió Watson, “Me habría gustado ir con usted, pero un compromiso previo me lo impide. Sin embargo, gozaré de una amable compañía escocesa ese día. Así que yo también voy a Escocia”.
“¡Ah! Entonces ¿irá a la frontera ese día?”
“¿Cómo lo sabe?”
“Mi querido Watson, todo es cuestión de deducción”.
“¿Lo explicaría?”
“Bueno, cuando un hombre se concentra en cierto tema, el crimen surge en algún momento. En muchas discusiones que tenemos usted y yo sobre la cuestión fiscal, de vez en cuando noto que ha tomado una actitud hostil hacia cierta escuela de pensamiento, y en varias ocasiones hizo comentarios sobre la desaparición de supuestas reformas, como usted las describe, las cuales dice que no fueron resultado de un movimiento espontáneo de o impulsado por la gente, sino que exclusivamente se deben a la presión de los políticos de la escuela de Manchester que apelan al pueblo. En una de estas alusiones hizo una referencia peculiar a ‘huz an Mainchester’, quien ‘puso el mundo de cabeza’. La palabra ‘huz’ llamó mi atención, pero luego de consultar muchos autores y sin descubrir nada sobre el origen de la palabra, un día leía el periódico provincial y vi la misma expresión, la cual el escritor decía que describía el modo en que la gente de Hawick veía el progreso de la Reforma. ‘Huz an Mainchester’ marcó el camino. Así que pensé: ‘Watson tiene conocimiento de Hawick’. Y confirmé esta idea al escucharlo en varios momentos de distracción cantar en voz baja una extraña canción del dios noruego Thor. Nuevamente investigué y le escribí a un amigo del sur para pedirle una copia de ‘Teribus’. Así que pensé: ‘¡Hay algo en el aire! ¿Qué puede atraerle a Watson de Hawick?”
“Maravilloso”, dijo Watson. “Y…”
“Sí, y cuando describió las medidas del gobierno alemán que busca obstaculizar el comercio canadiense por medio del aumento de la barrera arancelaria en su contra como para desestimarlo. Y además, en un salón le pidió a una amiga mutua que le cantara esa vieja canción ‘Braw, braw lads’. La curiosidad me llevó a investigar la antigua balada, y al descubrir que tenía una referencia a una pequeña ciudad cerca de Hawick, comencé a ver un rayo de luz. Hawick tenía un lugar en su mente, como Galashiels, lo cual era aparente. La pregunta era por qué”.
“Hasta ahora va bien. Y…”
“Luego, la historia se complica. Vaya, cuando le estaba describiendo los pasos que llevaron al arresto del contratista Norwood por la huella del pulgar, descubrí con gran sorpresa que no estaba escuchando mi razonamiento en absoluto, sino que estaba tarareando una melodía muy, pero muy agradable, Watson, ‘The Flowers of the Forest’. Entonces consulté a una autoridad en el tema y descubrí que la encantadora y trágica canción hacía una referencia especial a Selkirk. Y recuerda, Watson, el entusiasmo que le despertó de repente el tema de Common Riding y cuánto estudió la historia de James IV, con especial referencia a Flodden Field. Todo esto habla, Watson, de la mente metódica de un pensador. Hawick, Galashiels y Selkirk. ¿Qué significaba la combinación? Sentía que debía resolver el problema, Watson. Así que esa noche cuando me dejó, después de que habíamos discutido sobre “La tragedia de una casa dividida”, ordené una gran cantidad de tabaco, me coloqué la capa y pasé la noche reflexionando. Cuando usted regresó en la mañana, el problema estaba resuelto. No pude hacerlo basándome en la evidencia acumulativa, pero llegué a la conclusión de que contemplaba otra contienda parlamentaria. ¡Watson, tiene a Border Burghs en vista!”
“En mi corazón, Holmes”, dijo Watson.
“¿Y adónde viaja el sábado, Watson?”
“Voy a Selkirk. Tengo un compromiso allí para inaugurar una venta benéfica”.
“¿Es en beneficio de un puente, Watson?”
“Sí”, respondió Watson sorprendido. “Pero ¿cómo lo sabe? No le hablé al respecto”.
“No fueron sus palabras, sino sus actos los que me revelaron lo que tenía en mente”.
“¡Imposible!”
“Permítame explicarle. Una semana atrás, vino a mi habitación y me pidió ver ‘Cantos populares de la antigua Roma’ de Macaulay. (Sabe que admiro las obras de Macaulay y tengo un juego completo.) Luego de darle una mirada casual, se llevó ese volumen con usted. Cuando lo regresó uno o dos días después, noté que estaba marcado con un trozo de papel en ‘Horacio’, y detecté una marca de lápiz apenas visible en el papel que decía que la estrofa de cierre era muy apropiada. Como sabe, Watson, los cantos populares describen la defensa de un puente. Permítame recordarle con qué belleza lo recitaba.

El buen hombre repara su armadura
Y recorta la pluma de su casco,
La lanzadera de su esposa alegremente
y con rapidez recorre el telar,
con llanto y con risas.
Y la historia cuenta…
lo bien que Horacio defendió el puente
en los magníficos días de antaño.

¿Podía yo, siendo mortal, evitar pensar que usted estaba inclinado a emprender tal hazaña?”
“¡Muy cierto!”
“Bueno, adiós, Watson; disfrutaré de su compañía luego del sábado. Recuerde las palabras de Horacio cuando llegue a Border Burghs: ‘Qué mejor muerte para un hombre que enfrentar temidos pronósticos’. Pero estas palabras son meros ejemplos. ¡Buen viaje y éxitos con la venta benéfica!”