La semana pasada finalmente se terminaron las preliminares: mi novela Rituales de sangre salió para la imprenta y ahora ya sólo queda esperar hasta agosto para que comience su recorrido.
Siento una mezcla rara de emociones y sentimientos: tanto trabajo, tanta atención puesta en los detalles buscando la perfección de la forma final que por supuesto escapará; no existe la novela ni el libro perfecto.
Para que no me gane la desesperación ni la desesperanza o la ansiedad, desde febrero comencé a escribir otra novela. Era una vieja idea que tenía circulando por la cabeza hacía tiempo que me surgió de pasar por la puerta de un garage donde guardan sus autos los pastores de una iglesia evangelista. Siempre veía ahí parados y firmes, en la entrada, a unos guardias vestidos íntegramente con trajes y corbata negros. Empecé a imaginarme cómo sería su trabajo, cómo sería su día a día, empecé a ir más allá, me imaginé que bien pueden ser además de guardias, choferes de los pastores evangelistas y a partir de ahí se me ocurrió esta imagen: uno de estos choferes pasa a buscar a un pastor por una fiesta, una noche de semana pero cuando lo encuentra, el pastor le dice que tienen que llevar un peso extra, que algo salió mal en la fiesta y tienen que resolver un problema. Acto seguido, unos tipos suben un cadáver en una bolsa al baúl del auto. La novela sería lo que sucede en el viaje hasta que se deshacen del cadáver.
Con esa premisa comencé a escribir en febrero entonces, buscando una historia totalmente diferente a la de Rituales de sangre, pero apenas comencé me di cuenta que ese chofer bien podía ser uno de los protagonistas de Rituales por lo que dije: “¿Por qué no?” y lo utilicé en ese rol. Luego fui cambiando algunas cosas de la idea original hasta que quedó una novela que sólo reconoce en esa imagen primigenia un rastro, una idea, un tema y nada más.
El resultado es Sangre por la herida, que por utilizar como protagonista a uno de los tres de Rituales… es un Spin-Off, es decir, una historia paralela que se desprende de la otra aunque conserva su independencia narrativa. Como novela está mucho más adscrita al género policial negro al punto que casi diría se trata más bien de un Western moderno ubicado en zonas marginales de una gran ciudad. A nivel escritura siento que crecí mucho, que el ejercicio de la escritura diaria me ayudó a mejorar y en ese sentido estoy incluso más conforme con el resultado formal de Sangre por la herida pese a que la historia de Rituales de sangre me parece infalible.
Las próximas semanas las dedicaré a terminar de poner en forma esta nueva novela y luego quiero sumergirme de lleno en la escritura de Rituales de lágrimas que será la continuación oficial de la línea narrativa trazada en Rituales de sangre.
Estoy contento porque siento que tengo una historia muy buena para seguir desarrollando y porque un poco extraño volver a encontrarme con los personajes de Rituales de sangre.
Por lo que siento que se me vienen meses intensos tanto en escritura como en el momento de enfrentar la verdad: cómo le irá a Rituales de sangre con el público lector, que es el que me interesa realmente.
Pero sea como sea, seguiré un consejo que leí hace poco en el blog de otra escritora: pase lo que pase, todo estará bien. Y así es. Escribir y publicar se trata de seguir para adelante sin importar las veces que haya que intentarlo. Es el precio que tenemos que pagar a cambio de poder vivir de lo que más amamos.