Jorge Luis Borges se propuso hace un siglo la creación de una literatura argentina que pudiese ingresar en el canon de la literatura universal: en sus cuentos encontramos la reescritura de la gauchesca en clave de tragedias y dramas clásicos que sumados a su manejo preciso de las herramientas formales de la lengua española y sus operaciones político-estéticas que exceden su literatura le permitieron lograr dicho objetivo. La Literatura Argentina se hizo un lugar entre las literaturas nacionales más importantes del mundo de su mano y sus historias de gauchos cuchilleros, decadentes y heroícos, habitantes de las esquinas del Barrio de Palermo en plena transformación y olvido de comienzos del siglo XX fueron el vehículo que permitieron esa proeza. Así como Borges entonces se propuso mezclar estas historias locales producto de un género político-literario típico y prácticamente exclusivo de estas pampas (la gauchesca) con las formalidades de la Gran Literatura universal, más de un siglo después Mariano Buscaglia lo vuelve a proponer para darle a la literatura argentina un lugar ya no en el canon de la Literatura sino en el de la literatura fantástica y de aventuras. Sabido es que la Literatura Argentina tiene una relación conflictiva con los mal llamados “géneros bajos” (fantasy, ciencia ficción, aventura, policial) quizás producto de su fallido desarrollo capitalista que fue siempre la base desde la cual surgieron dichos géneros. Buscaglia nos trae lo que llama “weird-gaucho”, una especie autóctona de western con gauchos que desentierrasn facones mágicos, se enfrentan a lobizones, lloronas, a la luz mala, al mismo diablo de las pampas y a otros mitos y leyendas de la argentina profunda y fantástica. Si por caso J.R.R. Tolkien tomó el folklore europeo para construir una épica monumental que fue el puntapié inicial para el desarrollo del fantasy de espadas y hechicería, Buscaglia arremete con la insolencia y el apuro de quien sabe que tiene que escribir mucho para llenar ese espacio vacío de los géneros populares en la argentina y así nos prodiga con la primera parte de su “Trilogía del Cuchillo” que se completa con “Homo Pampeanus” y “Pampa perra”, lecturas que prometo ejercer lo antes posible.
En conclusión, una lectura altamente recomendable no sólo por su inteligente propuesta y su habilidad para la gauchesca posmoderna sino por el posicionamiento que ocupa en la paciente construcción de una literatura argentina popular.