The Maze Runner por James Dashner
Mi calificación: 3 de 5 estrellas
Esta es la tercera saga de YA (Young Adult) distópica que empiezo a leer (las otras dos: “Los juegos del hambre” y “Divergente”) y lentamente voy percibiendo que lo que consideraba una buena fuente de literatura quizás se haya tratado de un caso excepcional. La obra de Suzanne Collins es una obra literariamente sólida, bien escrita y pensada, con cliffhangers perfectamente pensados y administrados mientras que tanto “Divergente” como la saga del “Maze Runner” me temo que no.
El libro no está mal, es eficiente en lo que quiere contar, plantea un mundo de relativa coherencia interna (y digo relativa porque a veces se pasa de la Ciencia Ficción apocalíptica al más llano fantasy) pero tiene varios errores de estructura narrativa. Las “revelaciones” que son básicamente el motivo por el cuál el lector se engancha con la lectura de esta obra (¿por qué un grupo de adolescentes despiertan desde hace dos años sin memorias en un campo rodeado de un laberinto con máquinas asesinas que los persiguen? ¿hay alguna salida? ¿quién o qué está detrás de todo esto?) no se sostienen bien a lo largo del libro. ¿Por qué? sencillamente porque el autor no administra bien las secuencias y los recursos. El momento de resolución de la trama podría haberse arrimado en el capítulo 10 en vez del 50 y pico. Y esta es una constante de todo el relato: se estira la narración sin necesidad, pareciera como si el narrador se quedara todo el tiempo sin material narrable y se esforzara por escribir largas descripciones, discusiones absurdas, diálogos intrascendentes, construir personajes que no logran llegar a despertar auténtico interés en el lector y drama de poca calidad mechado con absurdos como la telepatía (como digo, incoherente con el resto del registro de la novela) todo para no avanzar en la narración.
Este recurso de estirar la resolución de los conflictos (enigmas en este caso) es un recurso validísimo (vean sino como hizo la serie “Lost” para estar seis años estirando al infinito su narración y escatimando las respuestas), el problema es que las preguntas terminan siendo pocas y se estira tanto la respuesta que casi dejan de ser interesantes. Ahí es cuando empieza a notarse que a la narración le cuesta sostener su propio peso: se vuelve un relato denso, chicloso, pesado, poco interesante que encuentra una media resolución compleja y otra media resolución en un Deus Ex Machina. El problema ahí es que esa resolución Deus Ex Machina podría haberse planteado, como decía, muchísimo antes y así la narración hubiera perdido todo ese “desarrollo” soso y aburrido.
Veré cómo siguen las siguientes novelas de la saga.