El primer capítulo vende tu libro

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De todos los consejos de escritura que he leído y recopilado, el que me parece absolutamente indudable y certero es el que dice: “El primer capítulo de tu libro lo vende; el último vende tu próximo libro.”

¿Qué significa esto exactamente? Que tener un primer capítulo/prólogo que enganche al lector debería ser la primera prioridad de todo escritor que tenga como propósito escribir libros que se vendan o como mínimo, que lleguen a muchísimos lectores. Y por otra parte, también deberá trabajar arduamente en brindar un final satisfactorio a la narración o el relato que haya realizado en las páginas anteriores.

¿No les pasó alguna vez de estar leyendo un libro genial o viendo una película espectacular y que el autor lo arruinara todo en el tercer acto? ¿Qué sensación les quedó de esa película o libro? Seguramente una muy mala. Y es que ese es el problema: no importa que un libro sea increíble durante 999 páginas si en la página 1.000 va a tener una resolución espantosa, incoherente o que simplemente no se encuentre a la altura de lo que el lector esperaba.

Los principios y los finales por esto mismo son de lo más difícil. El principio debe capturar la atención del lector y esto es algo muy difícil: lo ideal es garantizarse que desde la primera línea el lector casual ya se sienta encomiado a seguir leyendo. Imaginemos un lector que encuentra el libro en una estantería de una librería al lado de cientos de títulos. Por algún azar indescriptible, ese lector tomó nuestro libro, vio la contratapa, la solapa, y se dispone a testear la prosa del autor para ver si le interesa invertir en nuestro libro. Si no tenemos una primera línea demoledora, unos primeros párrafos que lo agarren fuerte, es muy probable que lo perdamos. Y lamentablemente solo poseemos una sola chance de convencer a ese lector eventual.

En mi caso particular el prólogo de Rituales de sangre lo escribí y lo reescribí cientos de veces antes de que adquiriera la forma final (que de paso, pueden leer gratis desde aquí y comprobar si efectivamente cumple la función de atraparlos). En cuanto al final, lo cambié luego de que mi esposa se indignara con el que había escrito. A ella le encantaba la novela y la había venido leyendo con gran entusiasmo. Estaba por llegar al final y le dije: “Preparate porque el último capítulo te va a encantar.” Esperé expectante y apenas terminó de leerlo bajó el Kindle y me increpó indignada: el final que había elegido le había arruinado todo el placer del libro. Entonces lo cambié y desde entonces no recibí ninguna queja acerca del final de la novela.

Entonces, ¿qué tiene que tener un buen comienzo? Las fórmulas no son únicas aunque existen ciertos trucos o consejos que es mejor respetar para garantizarnos un buen comienzo, poderoso y atractivo.

Justamente me encontré estos días leyendo la excelente novela El último mansucrito de María Correa Luna y lo primero que noté apenas lo comencé fue que tenía un primer capítulo excepcional, que me había atrapado y no me quería soltar.

Voy a transcribir casi todo el capítulo excepto unos pocos fragmentos ordenados aquí y luego los analizaré para mostrar todo lo que Correa Luna hizo bien en ese comienzo.

El último manuscrito

de María Correa Luna

Capítulo 1

Viernes

Ana Beltrán tenía el puño apretado, tan apretado que los nudillos se le habían puesto blancos. Sostenía un reloj pulsera que, en el apuro, no había logrado ponerse en la muñeca.
(…)
Eran las tres de la mañana. Tampoco se percató de que llevaba jeans y botas pero que había olvidado sacarse la camisa del pijama, de que no llevaba suéter y la campera que la abrigaba no era de ella. Se acomodó la correa de cuero del reloj en la muñeca y miró el cielo. No había luna, tampoco estrellas. Era una noche cerrada. Apenas distinguía los contornos de los recintos a su alrededor. Como si esa oscuridad infinita anticipara la escena con la que debía enfrentarse.
Criminóloga de profesión, Ana estaba acostumbrada a recibir llamada de la Policía Forense en horarios poco convencionales, por eso no la sorprendió que su celular sonara en la madrugada. Sin embargo, que el llamado fuera de Marcos Gutiérrez, director de la Editorial Centauro – propiedad de la familia Beltrán – y que lo estuviera haciendo desde la puerta de su casa, significaba que era algo grave. Gutiérrez, a quien Ana conocía como la mano derecha de su padre desde que tenía memoria y a quien consideraba un sátrapa desde aquel verano nefasto, entró en el departamento y le dio la noticia sin preámbulos.
A partir de ese momento, los sucesos transcurridos entre que salió de su casa, frente al Botánico, y llegó al lugar de los hechos eran parte de una nebulosa. No sabía cuánto tiempo había pasado entre que escuchó de la boca del periodista que habían encontrado a Emerio Beltrán ahorcado en la biblioteca del Zoológico de Buenos Aires y el momento en que llegó al lugar.
(…)
Toda la situación le resultaba ajena, como si sufriera un proceso de extrañamiento en el que ella era una observadora más, como en cada caso en el que trabajaba. Ana Beltrán estaba acostumbrada a ver los crímenes más macabros, pero no estaba preparada para ver a su padre colgado.
(…)
Marcos Gutiérrez aminoró el paso y se acercó a ella. Se arrimó lentamente y le apoyó la mano izquierda sobre el hombro. Ana levantó la mirada del sueño y agradeció con un leve movimiento de cabeza el gesto. De alguna manera, Gutiérrez quería aliviar la situación. Aunque fuera imposible, al menos quería que ella supiera que contaba con él. Era consciente de que no habían quedado en buenos términos, y que la criminóloga no olvidaba lo sucedido entre ambos.
(…)

***
Máximo Zaldívar tomó el teléfono y marcó esperando escuchar una voz conocida del otro lado. Para su sorpresa atendió el contestador. Dejó un mensaje corto y sostuvo con firmeza el celular. Ya era muy tarde, no había posibilidad de escape. Trató de serenarse, volvió a mirar la imagen que había recibido en su Blackberry y sintió ganas de vomitar.
Todo a su alrededor giraba, un frío lento le crispó la espalda. Estaba mareado, le faltaba el aire, transpiraba. Se aflojó la corbata y respiró profundamente. Volvió a marcar, pero esta vez un número distinto. Tampoco obtuvo respuesta. Desbordado por el pánico, dejó que sus palabras salieran solas, sin pensarlas. Al fin de cuentas, después de ver las imágenes de Emerio Beltrán que había recibido, sabía que irían por él.

Intrigante ¿no creen? Suspenso, acción, misterio, este comienzo lo tiene todo. Ahora vamos a ver cómo lo consigue, cómo captura nuestra atención y no nos permite desprendernos. En rojo están las partes originales del texto resaltadas para su análisis y en destacado los análisis.

Capítulo 1

Viernes (ubicación temporal)

Ana Beltrán (aquí, desde la primera línea ya conocemos a la protagonista) tenía el puño apretado, tan apretado que los nudillos se le habían puesto blancos. Sostenía un reloj pulsera que, en el apuro, no había logrado ponerse en la muñeca. (la descripción nos genera tensión porque la protagonista está sintiendo tensión ¿A qué se deberá esta ansiedad?)
(…)
Eran las tres de la mañana (marcación horaria: ahora ya sabemos el nombre de la protagonista, el día de la semana que se anuncia en el subtítulo del capítulo y la hora. Es fundamental para que el lector se haga una idea de dónde está parado). Tampoco se percató de que llevaba jeans y botas pero que había olvidado sacarse la camisa del pijama, de que no llevaba suéter y la campera que la abrigaba no era de ella. (más rasgos que nos muestran el apuro con el que tuvo que salir. A esta altura se ha incrementado la intriga: ¿qué le pudo haber sucedido a Ana Beltrán para haber salido tan descuidada y estar tan nerviosa?) Se acomodó la correa de cuero del reloj en la muñeca y miró el cielo. No había luna, tampoco estrellas. Era una noche cerrada. Apenas distinguía los contornos de los recintos a su alrededor. Como si esa oscuridad infinita anticipara la escena con la que debía enfrentarse. (la narradora nos anticipa que hay algo tenebroso a lo que tendrá que enfrentarse Ana pero todavía no nos dice qué es).
Criminóloga de profesión (aquí completamos la información sobre Ana Beltrán y tenemos un panorama más acabado de quién es, en qué día y qué hora se encuentra), Ana estaba acostumbrada a recibir llamada de la Policía Forense en horarios poco convencionales, por eso no la sorprendió que su celular sonara en la madrugada. Sin embargo, que el llamado fuera de Marcos Gutiérrez, director de la Editorial Centauro – propiedad de la familia Beltrán – y que lo estuviera haciendo desde la puerta de su casa, significaba que era algo grave. Gutiérrez, a quien Ana conocía como la mano derecha de su padre desde que tenía memoria y a quien consideraba un sátrapa desde aquel verano nefasto, (con habilidad, la narradora introduce otro personaje al tiempo que lo plantea como una eventual amenaza para Ana: “un sátrapa”. Pero con más habilidad aún, no aclara qué fue lo que ocurrió ese verano por lo cuál ella lo considera tal. El misterio nos llevará a seguir leyendo.) entró en el departamento y le dio la noticia sin preámbulos.
A partir de ese momento, los sucesos transcurridos entre que salió de su casa, frente al Botánico, y llegó al lugar de los hechos eran parte de una nebulosa. No sabía cuánto tiempo había pasado entre que escuchó de la boca del periodista que habían encontrado a Emerio Beltrán ahorcado en la biblioteca del Zoológico de Buenos Aires y el momento en que llegó al lugar. (finalmente sabemos dónde se encuentra ahora Ana Beltrán y qué la llevó allí a las 3 am. pero… todavía no sabemos quién era Emerio Beltrán aunque por su apellido suponemos que estaba relacionado con Ana, aunque la narradora se reserva ese dato para seguir obligándonos a leer.)
(…)
Toda la situación le resultaba ajena, como si sufriera un proceso de extrañamiento en el que ella era una observadora más, como en cada caso en el que trabajaba. Ana Beltrán estaba acostumbrada a ver los crímenes más macabros, pero no estaba preparada para ver a su padre colgado. (finalmente, luego de dos párrafos (omití uno para no hacerlo tan largo en este recuento) se nos cuenta quién era Emerio Beltrán y qué relación tenía con nuestra protagonista.)
(…)
Marcos Gutiérrez aminoró el paso y se acercó a ella. Se arrimó lentamente y le apoyó la mano izquierda sobre el hombro. Ana levantó la mirada del sueño y agradeció con un leve movimiento de cabeza el gesto. De alguna manera, Gutiérrez quería aliviar la situación. Aunque fuera imposible, al menos quería que ella supiera que contaba con él. Era consciente de que no habían quedado en buenos términos, y que la criminóloga no olvidaba lo sucedido entre ambos. (una vez más, se nos indica que entre Ana y Marcos, juntos a las tres de la mañana en el Zoológico a causa de la aparición del cadáver del padre de Ana colgado en la biblioteca, no es buena, pero no se nos dicen los motivos que solo los conoceremos en capítulos subsiguientes.)
(…)

***
Máximo Zaldívar (el capítulo tiene un corte abrupto y pasamos a conocer a un nuevo personaje) tomó el teléfono y marcó esperando escuchar una voz conocida del otro lado. Para su sorpresa atendió el contestador. Dejó un mensaje corto y sostuvo con firmeza el celular. Ya era muy tarde, no había posibilidad de escape. Trató de serenarse, volvió a mirar la imagen que había recibido en su Blackberry y sintió ganas de vomitar. (pura construcción de tensión narrativa: ¿qué le pasa a Zaldívar? ¿por qué siente ganas de vomitar? ¿qué imagen recibió en su Blackberry? ¿de qué o quién tiene que escapar y ya no tiene posibilidades? ¿por qué está tan nervioso?)
Todo a su alrededor giraba, un frío lento le crispó la espalda. Estaba mareado, le faltaba el aire, transpiraba. Se aflojó la corbata y respiró profundamente. Volvió a marcar, pero esta vez un número distinto. Tampoco obtuvo respuesta. Desbordado por el pánico, dejó que sus palabras salieran solas, sin pensarlas. Al fin de cuentas, después de ver las imágenes de Emerio Beltrán que había recibido, sabía que irían por él. (un perfecto cliffhanger para el final del capítulo: Zaldívar recibió las imágenes del cadáver de Beltrán lo que nos hace suponer que éste fue asesinado y por el miedo que siente Marcos y por lo que piensa, sabemos que su propia vida está en peligro.)

Como se ve, en apenas un poco más de 1500 palabras la autora logra generar una tensión narrativa que se diversifica en varias preguntas que acompañarán a lo largo de las 250 páginas de la novela. Estas semillas que planta en este primer capítulo irán germinando en respuestas a lo largo de la trama y el lector ya quedó enganchado en la búsqueda de esas respuestas.
Verdaderamente se trata de un excelente primer capítulo para una novela de género del suspenso o el thriller.

Hagan el ejercicio ahora ustedes mismos: tomen una novela que no hayan podido dejar de leer y analicen el primer capítulo. ¿Logra su cometido de engancharlos para seguir leyendo el resto de la novela? ¿Cómo lo logra? ¿Qué elementos pone en juego el autor y de qué manera?

2 thoughts on “El primer capítulo vende tu libro

  1. Che, entre tantas correcciones de tu primer capítulo se te pasó una coma entre sujeto y predicado en la primera línea. Y una repetición de la palabra “familia” en el primer párrafo. Saludos.

    1. Gracias por tus observaciones.
      Sí, evidentemente se me pasó a mí, a mi editora y a la correctora. Cosas que pasan.
      De todos modos la idea no era hablar de la corrección gramatical del capítulo sino de la corrección estructural que me parece mucho más relevante.
      Igual, nuevamente, gracias por tus observaciones, las tendré en cuenta para la reedición.

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