“Marzo es el lunes de los meses” dice un chiste que leí hace poco. Es cierto: sabemos que es el comienzo de un año nuevo en el que habrá que trabajar duro. Y el trabajo trae recompensas. El comienzo del año a la vez representa desafíos, retos y perspectiva de ir viendo cómo ese esfuerzo termina capitalizándose.
Particularmente este es un buen comienzo de año: terminé de escribir Rituales de lágrimas (la segunda parte de la saga Rituales que comencé en Rituales de sangre) y estoy en tratativas para poder llevarla a los lectores este mismo año. A la vez está la perspectiva concreta de también poder publicar Sangre por la herida que es un spin-off, una historia complementaria, de la misma saga.
Esta es la parte linda. Pero al mismo tiempo, el otro día, cuando puse el punto final a la novela sentí que una parte importante de mí se cerraba. Los últimos ocho meses los pasé escribiendo esa novela y a eso hay que sumarle unos cuantos meses más de pensarla, escribir diagramas, bocetos de capítulos, tenerla presente en la cabeza todo el tiempo en todo momento.
Dicen que uno realmente está escribiendo una novela cuando no puede dejar de pensar en ella en todo momento, en todo lugar. En la ducha, en la cama antes de dormir, en sueños, en el trabajo diario, en todo momento los personajes viven y siguen su existencia como si fueran los protagonistas de Toy Story que tienen su propio movimiento cuando nadie los ve.
Me queda el desafío: empezar a escribir y terminar este año Rituales de muerte (título provisorio de la novela final de la saga Rituales).
Por el momento estuve pensando algunas ideas para la novela y además tengo el desenlace que escribí para Rituales de lágrimas que obviamente me condicionan en la dirección que tomará esta última novela de la saga.
Se me juntan varias sensaciones: por una parte la expectativa y el asomarse al abismo que representa siempre empezar una nueva novela desde cero. Por otra parte la excitación de poder volver una vez más a meterme en la vida de Sheila, Sebastián, Quiroz y los nuevos que aparecen en Rituales de lágrimas para terminar de contar su historia.
Por otra parte siento un cosquilleo en la cabeza que me dice que para poder empezar a escribir la finalización de la saga, antes debería probar escribiendo otra novela, con otros personajes y temas para poder volver así con energías renovadas al desenlace.
Tengo ya varias ideas dándome vueltas en la cabeza que siento serían excelentes novelas. Novelas que me gustaría leer. Pero todavía están en un estado demasiado embrionario como para poder verlas en el plano, o mejor dicho, en el papel, en la trama.
Veremos. El año recién empieza. Desafíos y recompensas por lo trabajado. De eso se trata.