Leyendo un interesante libro que reflexiona y da consejos acerca del modo de escribir mejores novelas (o al menos, libros que generen más interés en los lectores) me encontré con algo que parece simple, sencillo, hasta obvio si se quiere pero que precisamente, por ser todo eso, muchas veces se nos escapa: ¿Por qué debería interesarme la historia que vive en una novela un personaje protagonista?
En un mundo del entretenimiento que está sobresaturado de opciones, esperar que alguien lea tu novela sólo porque vos la escribiste y sabés que le pusiste el mejor esfuerzo y que hiciste algo muy digno o hasta incluso, excelente, no es suficiente.
Una novela actual puede ser de manufactura impecable, tener una trama original con alguna que otra vuelta de tuerca bien pensada y ejecutada y aún así, no generar interés en mucha gente. ¿Por qué? Sencillamente porque nuestro protagonista no es lo suficientemente interesante como para que ese lector que tiene millones de otras formas de entretenimiento decida seguir pasando las páginas para conocer el destino del personaje.
Hace unas semanas comenté algunos de los secretos del éxito (a mi parecer) de la saga Divergente y la comparé con Los juegos del hambre, señalando que esta última me parecía superior. Ahora que lo pienso nuevamente a la luz de esta pequeña epifanía de “los personajes que nos importan” creo que un gran motivo por el cuál encuentro más atractiva la saga de Collins es que Katniss como personaje me resulta muchísimo más interesante y complejo que Tris Prior.
Para sintetizar: me interesa y me preocupa lo que le pase a Katniss en la saga porque lo veo como un personaje sensible y al mismo tiempo obligada a ser ruda por las circunstancias; una adolescente que nunca quiso matar o entrar en el juego perverso pero la obligaron a hacerlo. En cambio Tris es un personaje más llano, no cuestiona nada, de entrada ya es una súperheroina dispuesta a “patear traseros” que se interpongan en su camino. Al final de la saga su sacrificio lo único que nos muestra es que era una figurita más, totalmente intercambiable y vacía.
Y todo esto sin tener en cuenta que la elección de Jennifer Lawrence para el papel de Katniss fue otro enorme acierto.
Esto es algo que también suele ocurrir: un gran personaje llama a un gran actor para que lo interprete, al punto que Katniss Everdeen es Jennifer Lawrence; Phillip Marlowe es Humphrey Bogart; Tyrion Lannister es Peter Dinklage y así.
La cuestión de construir personajes que a los lectores les importen es una clave fundamental para lograr que nuestro libro se lea. Y eso no es poco. En última instancia creo que el poder más fuerte que tiene un artesano/artista que crea mundos (ya sea escritor o cineasta o pintor o actor o lo que sea) es conmover con lo que hace a sus lectores.
Esta misma mañana un lector atento me comentó algo por Twitter que me hizo volver a pensar en todo este asunto:
Che @soifer ayer un amigo que termino de leer #QueLaFuerzaTeAcompañe me dijo que se le.plantaron varios lagrimones.
— Old Sigmar (@HansMosich) Mayo 21, 2014
Que la fuerza te acompañe es un libro que publiqué en el año 2012. No es una novela sino una investigación periodística pero el hecho de que haya logrado conmover a alguien (a unos cuantos por lo que me han dicho en estos años) ya me satisface como escritor. Siento que una de las misiones de la loca aventura de sentarse a escribir y publicar un libro ha sido cumplida con creces.
Las novelas que más recuerdo son más que nada por sus personajes antes que por sus tramas y en muchas ocasiones, libros clásicos y amados por muchos no los recuerdo en absoluto pese a haberlos leído.
¿Cómo olvidarme de Philip Marlowe? Ahora, ¿cómo era el argumento de El largo adiós la novela suya que recuerdo que más me apasionó? No tengo la menor idea. Y si le preguntaban a Raymond Chandler, el autor de sus aventuras, los más probable es que él tampoco lo recordara (la anécdota cuenta que estaban adaptando al cine la novela y un productor telefoneó al autor para consultarlo sobre un detalle de la novela que aparecía un poco confuso, el maestro habría respondido algo así como: “¿Y yo qué carajo sé?”)
¿Cómo olvidarnos del aterrador Doctor Hannibal Lecter? ¿Alguno recuerda en cambio cómo se resolvía la trama en El silencio de los inocentes? Y nadie puede decir que Hannibal sea un personaje querible, pero sí que es un personaje complejo e interesante que sin dudas nos fascina con su inteligencia al servicio del mal.
¿Cómo no recordar con profunda emoción a Lisbeth Salander? Pero ¿cómo resolvía el caso junto a Michael Blomkvist en Los hombres que no amaban las mujeres? ¿Quién lo recuerda? y sobretodo ¿a quién le importa? Lo que importa es que Lisbeth sigue viva en nuestra imaginación.
Ni que hablar de la maestría narrativa de George R.R. Martin (de quien hablamos hace poco aquí) quien asumió el desafío de construir novelas corales con decenas de personajes interesantes y otros no tanto, ampliando su alcance a distintos tipos de público. Los que leyeron sus novelas coincidirán conmigo que cuando llega un capítulo con la perspectiva que no nos interesa leemos con más velocidad para intentar llegar al capítulo con el personaje que sí nos interesa.
¿Cómo olvidarme de tantos personajes queribles que sin embargo no recordamos las aventuras que protagonizaron?
Pero, ¿significa esto entonces que la trama es menos interesante que los personajes? Desde luego que no. Lo mejor es tener una buena combinación de ambas, pero es evidente que tener un personaje interesante, aún más que la trama en sí, en muchas ocasiones puede permitirnos sobresalir o tener entre manos una novela que se leerá.
Y aún así, debemos tener cuidado a la hora de planificar nuestros personajes: interesante no es sinónimo de excéntrico. Una buena idea de personaje puede verse fácilmente desbaratada por el intento de hacerlo interesante sin pensar demasiado en los motivos por los cuáles hace lo que hace, se comporta como se comporta y sus conflictos internos y externos.
Es por todo esto que debemos calibrar un buen balance entre personajes interesantes, fundamentales para que el lector pesque un primer interés en nuestra novela, y una trama también interesante que le de un sustento donde desarrollarse plenamente.
Encontrar ese punto intermedio de conjunción entre personajes interesantes y trama interesante, les aseguro, es la parte más difícil de nuestro oficio de escritores y no siempre está presente a la hora de sentarse a escribir.