En abril del año pasado salió a la calle el primer número de la revista de narrativas Maten al mensajero, una apuesta editorial novedosa en un medio en el que apuestas como esta escasean.
La revista propone, en mi opinión, una apuesta radicalmente divergente respecto de lo que se está haciendo: en una época en la que ya casi nadie publica en papel por costos, por comodidad, por posibilidades, la gente que hace Maten… se propone sí sacar una revista en papel, con mucho énfasis puesto en el diseño, las ilustraciones y unas narrativas que incluyen el cómic, la novela gráfica serial y las aguafuertes dando espacio así a voces que recién empiezan y otras que ya están más establecidas.
En una mezcla de tradiciones que podríamos pensar casi como un entrecruzamiento entre la mítica Sur de Victoria Ocampo y el clásico moderno The New Yorker, Maten al mensajero llegó para imponer un nuevo medio para la expresión y la expansión de las narrativas argentinas. Eso nunca puede ser algo malo y mucho menos, pasado por alto.
Aprovechando la inminencia de la salida del número 5 de la publicación, entrevisté a Santiago Kahn, su director.
Sé que Maten al mensajero es un proyecto que se gestó con mucho tiempo y planificación. ¿Podrías comentarme cómo fue ese proceso? ¿Qué variables intervinieron? ¿Por qué decidieron hacer una revista cultural?
Santiago Kahn: El proyecto comenzó a gestarse muy temprano en 2013. Algunas ideas venían de años anteriores incluso, pero recién en los primeros meses de ese año empezamos a reunirnos ya con autores, ilustradores y gente que queríamos que fuera parte del proyecto. La premisa era generar una revista de narrativas (en plural, por la diversidad de formas de contar que elegimos) que pudiera conseguirse de manera accesible y masiva en todo el país. Había (hay, si no contamos nuestra revista) una vacancia de publicaciones que se dediquen a darle lugar a material inédito de historieta, de ficción, de literatura breve y demás géneros. Sobre todo que se dediquen exclusivamente a eso y que no sean un espacio de crítica o periodismo cultural, que es la oferta que abunda en los kioscos. Nosotros solo publicamos material propio de lo que entendemos entra en nuestra definición de narrativas, no hay entrevistas o reseñas de libros, por ej. Puede sonar simplista pero el ejemplo es ilustrativo. Si Maten fuese una mesa podríamos decir que hay cuatro patas: una pata de contenidos, una de forma, una de financiación y otra de circulación. El proyecto tiene una impronta fuerte en las cosas que elige contar y la manera de contarlas pero también en cómo se presentan estéticamente esos textos, esos relatos. Nos parece fundamental pelear contra el imaginario de que los medios emergentes o autogestionados no pueden tener, además, una forma atractiva. Para nosotros es importante que la revista sea un objeto bello, a atesorar, a coleccionar. Las otras dos patas son la financiación y la circulación: por un lado, no contamos con el apoyo ni el mecenazgo de ningún grupo de medios o empresa, por lo que una de las primeras medidas que tomamos, incluso 6 meses antes de salir a la calle fue apostar a una campaña online de financiamiento colectivo y ya en la calle a la venta de revistas y búsqueda de publicidad. Es importante, en un escenario muy dominado por grupos de medios concentrados, demostrar que la autogestión es una forma posible de armar un medio profesional y sustentable. Y con respecto a la circulación, la apuesta es siempre por la masividad. Salimos con 5000 ejemplares, en kioscos de diarios en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, pero también casi simultáneamente en librerías y comiquerías de todo el país, sumado a toda la red de lectores online y suscriptores que la reciben por correo postal en lugares que sino no llega de otra manera.
En la línea editorial se ven varias apuestas arriesgadas que hacen pensar en diversas publicaciones ya establecidas ¿hay un modelo de revista cultural que quieran seguir? ¿cómo se pensó la composición del sumario? ¿la idea es continuar por esta línea o están abiertos a experimentar nuevas ideas?
SK: De entrada, tener tapas que no dicen más que el nombre de la revista y una ilustración sabíamos que era una apuesta arriesgada porque cualquier editor te diría que hay que dar mensajes más claros al lector. Para nosotros fue totalmente al revés. Las tapas llaman la atención. Se ven en las vidrieras de las librerías o en un puesto de diarios. Invitan a abrir la revista y ver de qué se trata. A su vez, son un contenido más, una historia que -en este caso ilustra Pablo Vigo- se cuenta en 6 tapas y que tiene materiales extra, gratuitos, para consultar en la web de la revista (en el caso actual se publica una historieta que complementa la historia de “Horacio” entre tapa y tapa).
En cuanto a las influencias: no hay una revista estrictamente a imitar. Tenemos sí un gusto por la revista literaria en sentido estricto de publicar textos inéditos, cosas que no se ven habitualmente en publicaciones contemporáneas pero que tienen su correlato en Sur, El escarabajo de oro, la vieja Crisis, incluso -en algún punto por el juego entre texto e ilustración- también Vea y Lea.
Orsai, aunque en contenido sea distinta la iniciativa, mostró un camino alternativo en materia de autogestión y de cuidado estético en una revista literaria. Una de las cosas que charlamos de entrada con el Director de Arte, Damián Martone, es que la revista tiene un estilo gráfico que juega con lo retro (vintage le gusta decir a algunos) pero desde la potencia estética y narrativa que creemos tenían algunas de esas improntas editoriales y no simplemente desde la nostalgia. Hay muchos contenidos que seguirán, al menos por varios números más, porque son secciones que tienen “continuará…”, pero también hay secciones nuevas por venir (en el #6 se incorpora una de Poesía que editan Tom Lupo y Gabriela Borrelli Azara) y seguimos pensando cómo recuperar géneros y experimentar con otros para mantener viva la narrativa por fuera de la lógica de la prensa escrita tradicional.
También noté que hay una línea de contenidos que a esta altura pareciera ir en contra de lo que la inteligentsia parece estar llevando a cabo. Me refiero a que con un diseño cuidado, una estética prolija y un trabajo de edición impecable, Maten al mensajero habla de Rodolfo Walsh, de minorías, etc.
¿Hay una búsqueda específica a nivel editorial de ir en contra de esta marea neo-con? ¿Cómo fue la respuesta de los lectores a esta propuesta de Maten?
SK: Comparto que hay tendencias profundamente conservadoras a la hora de editar. En nuestro caso el énfasis no está puesto en la bajada de línea político-partidaria pero sí creemos en que todo relato tiene una fuerte carga ideológica. No casualmente elegimos a Rodolfo Walsh como el protagonista de una historieta “biográfica” -que dista mucho del tono Billiken– o elegir mezclar entre folletines de ciencia ficción o melodramáticos, uno de “no-ficción” como es el que toma el caso de Silvia Suppo, testigo en causas de lesa humanidad en Santa Fe asesinada en la ciudad de Rafaela en marzo de 2010. Lo mismo pasa con poner el foco en las distintas zonas o regiones del país para seleccionar textos de literatura breve. Corrernos del “porteñocentrismo” cultural fue una decisión muy consciente que nos pone muy orgullosos cuando llegan comentarios de lectores de diversos lugares del país a través de las redes sociales.
En cuanto a la respuesta, es muy buena y creciente. Hay dos cosas que me parece que colaboran con ello, la primera y fundamental es que no subestimamos a los y las lectores. No está todo “masticado”. Requiere que esa persona que lee se involucre y que, posiblemente, no todo lo que publiquemos le guste o le “cierre”. Es un abanico muy amplio de trazos, de estilos de escritura, de temáticas, hasta de soportes, sería ilógico que al 100% de quienes leen les fascine el 100% de lo que se encuentra. Y en último lugar, que es un objeto coleccionable, que invita a querer tener todos los números para poder seguir las sagas o series pero sin dejar afuera a lectores nuevos que llegan a cada número. El que llega por primera vez se puede enganchar y leer sin necesidad de tener todo lo anterior, pero el efecto -y lo vemos en los que escriben luego a la web para conseguir números anteriores- es de querer completar el hilo. Hay cosas autoconclusivas, hay cosas con continuará y hay cosas que -pese a no tener continuidad en su historia- se terminan de comprender cuando uno puede ver más de un número a la vez.
¿Cómo ves como editor el mercado de las revistas culturales? ¿Qué lugar hay para estos contenidos en una era que predice el fin de las publicaciones en papel?
SK: Como editor, veo que hay enormes deudas en materia de políticas públicas para proteger al sector. Hay un proyecto de Ley que presentó la Asociación de Revistas Culturales Independientes (ARECIA) que espera ser tratado en el Congreso hace casi dos años. Es necesaria la intervención del Estado en regular un territorio que quedó desregulado a principios de siglo y que tiene actores centrales de la concentración pujando por dejar afuera a cientos de publicaciones. Muchas de ellas, la mayoría, por fuera de la Ciudad de Buenos Aires. Es una cuenta pendiente, sin duda, porque -retomando tu pregunta- las publicaciones impresas están lejos de desaparecer. Hay muchos actores involucrados en ésto, no solo las revistas culturales sino el sector gráfico pyme y cooperativo, los canillitas, etc. Los que sostienen estos proyectos, sobre todo, son los lectores que compran estas publicaciones porque abordan temas con distintas miradas que los medios tradicionales y masivos o porque también se dedican a temas que en esos otros medios ni siquiera aparecen. Desde una revista de Danza hasta una de kinesiología. Maten vino a ocupar un espacio en la edición de narrativa, pero no deberíamos ser los únicos, es muy importante que surjan más opciones y se visibilice que existe un enorme grupo de gente que está ávida de leer de otra manera.
¿Podrías compartir con los lectores próximos proyectos y desafíos de Maten?
SK: Hay desafíos de distinta escala y relevancia. Este año se suman en números próximos nuevas secciones como la de Poesía -un viejo reclamo de los lectores desde que arrancamos- y en el transcurso de los primeros números del año se van cerrando varias historias que comenzaron con la revista así que vienen recambios de autores, de temas, de enfoque. Nos gusta pensar que es un organismo vivo y que el tipo de lector de Maten también valora que se vaya experimentando con géneros y formas de contar distintas. También empezamos a producir algunos materiales audiovisuales (como lecturas de autores de la sección Literatura Breve) que hacemos circular por la web o una tira semanal que realiza Fabián Zalazar que es un contenido que solo se sube a nuestras redes sociales. El eje es la edición en papel, pero nos gusta la idea de pensar una edición online expandiendo y complementando lo que no puede hacerse en lo impreso.Por otro lado, este año nos proponemos cumplir con la prerrogativa de que no haya ninguna provincia sin Maten. Nos pasa todavía que a algunos lugares no llega más que por correo postal (Misiones o San Luis por ejemplo). Hay que tejer las redes para que lleguemos regularmente a más puntos de venta en esos lugares.
¿Qué posibilidades hay para que un escritor/periodista/persona-que-escribe de proponer materiales para la revista?
SK: Actualmente en la revista tenemos abierta una convocatoria para la sección “Medianeras” (de Literatura Juvenil y que edita Laura Di Marzo), cuyos autores rotan cada número y en algunos casos hemos editado textos de dos autores. Al no trabajar con temas de actualidad, tenemos la posibilidad de armar grillas a mediano plazo y por ahora tenemos cubiertos los próximos números. No obstante siempre recibimos propuestas y pensamos seguir abriendo espacios (como fueron los de Literatura Breve para autores de distintos puntos del país) porque hay una cantidad enorme de autores y artistas que necesitan más canales de publicación.
Última y fundamental: ¿podrías explicar el significado del nombre de la revista? (si es que lo tiene, claro)
SK: No hay una respuesta unívoca. Lo principal es que el nombre de la revista es una interpelación directa al lector. En épocas donde los sustantivos marcan la tendencia en los nombres de revista, nosotros apostamos por un verbo, un imperativo. Y en plural.
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