Cultura Mainstream: Cómo nacen los fenómenos de masas por Frédéric Martel
Mi calificación: 4 de 5 estrellas
En esta excelente e híperdocumentada crónica el sociólogo francés Fréderic Martel releva los núcleos de lo que denomina la “Cultura Mainstream” contemporánea. Esto es la cultura pop masiva pero también las formas culturales de países emergentes dispuestos a luchar en el campo del softpower: China, India y los países árabes pero también Brasil y México, cada uno con sus productos culturales de masas, pensados y armados para seducir a millones.
Telenovelas, noticieros de televisión, películas de Bollywood, estaciones de cable, todo esto es explicado con lujo de detalle y un nivel de información de primera línea realmente admirable (el autor realizó más de mil entrevistas en todas las partes del globo, con ejecutivos de primera línea y también empleados comunes y corrientes de los conglomerados de medios más importantes).En su afán de tocar no solo al mayor productor de cultura de masas contemporáneo (Estados Unidos), el autor dedica dos tercios de su libro a las maquinarias culturales de los países de la periferia y deja también un pequeño apartado para Europa y su decadencia cultural (al menos en lo que se refiere a imponer agenda de contenidos).
Especialmente interesante resulta sin embargo, la primera parte del libro donde el francés relata con minucioso detalle el modo en el que se cocina una película de Hollywood desde cero, pasando por los sindicatos de autores, de directores, de actores, etc. y el modo en el que Estados Unidos forjó su cultura popular, su música, sus ciudades, sus shopping malls, sus redes de cine y varios aspectos más de su vida cotidiana a la par de su poderío industrial gracias a una serie de singularidades que el libro describe en detalle y muy bien.
También hay un espacio para conocer el modo en el que surgió buena parte del teatro de Broadway contemporáneo y los modos agresivos por los cuáles esta maquinaria cultural estadounidense logró expandirse por el mundo.
A pesar de todo esto, el autor asume un tono bastante neutro (en el sentido que no condena ni alaba en demasía) lo que se agradece.
Como único punto en contra señalaría que la descripción de la industria editorial y sus vertiginosos cambios aparece poco desarrollada, lo que es una pena porque también forma parte del legado cultural del siglo XX y de lo que está sucediendo en este siglo XXI.
En conclusión: una lectura exquisita, sin demasiados refinamientos, accesible para cualquier interesado por la cultura popular.