¿Cómo se forma un lector?

bukowski
Hace un tiempo me invitaron a una charla junto con otros escritores y profesores de literatura para un club juvenil comunitario.

Los chicos organizaron la ocasión y nos sentamos en una mesa tres recibidos de la carrera de Letras escritores publicados y, si no me equivoco,  un autor de teatro autodidacta.

Fue una linda ocasión para conversar con adolescentes acerca del gusto por la literatura, la lectura, recordar cómo es que llegamos a la pasión por los libros que terminó inclinándonos a todos nosotros por una carrera y una profesión que si bien es muy gratificante (la devolución de un lector al que le gustó nuestro libro o post en el blog, el leer como parte de nuestro trabajo, el ejercicio constante de la auto superación que implica empezar cada día con una hoja en blanco) implica también mucho sacrificio (la inestabilidad laboral, la necesidad de cubrir nuestros horarios con otros trabajos que nos permitan pagar nuestros gastos y por ende, nos deja poco tiempo para escribir, y también el desconocimiento de una gran mayoría acerca de lo que hacemos y el por qué de lo que hacemos tiene un valor social que merece una retribución).

Entre las preguntas que los chicos tenían preparadas para nosotros esa noche estuvo una de las que más me gusta responder: ¿Qué libro o libros recordás con especial cariño de tus primeros años de lector? Reformulada o similar, esa pregunta es un clásico y es linda de responder porque me comunica con el momento o los momentos exactos en los que me fui configurando como lector.

Como docente de escuela secundaria de la materia Lengua y Literatura también me planteo esta pregunta porque hay una idea de que el placer por la lectura se puede transmitir a otros. Es probable que así sea tanto como que hay gente a la que nunca lograremos convencer de que un buen libro puede ser muchísimo más gratificante que horas de TV (aún de la mejor, la que se produce en el mundo anglosajón por estos días, verdaderas novelas decimonónicas en formato audiovisual) o cine o videojuegos (aunque, de vuelta, un buen videojuego también puede ofrecer una experiencia estética-lúdica tan genial como leer un clásico de la literatura universal).

También escucho mucho y muy repetido el lamento de que “los chicos ya no leen”. Aquí, me parece, hay una serie de malos entendidos. Si un chico no lee porque encuentra mayor placer estético o gratificación en otra forma de utilización del lenguaje es una cosa; si el chico no lee y por esto pierde la habilidad de la lectocomprensión y la escritura, eso sí es triste porque estaría perdiendo una habilidad absolutamente  imprescindible para el desarrollo en sociedad.  

Como toda habilidad, la lectura y la escritura se mejoran con la práctica, por lo que la literatura extra-clase que un adolescente pueda leer mejorará notablemente a la larga sus capacidades. Pero dependerá entonces de cada uno y de sus intenciones de superación personal que se ejercite o no una lectura no prescrita.

Por otra parte, es mentira que los chicos ya no lean: leen foros, blogs, Twitter, Facebook, SMS, WhattsApp, Instagram, Pinterest y miles de redes sociales más que ni siquiera sabemos que existen. Es una lectura útil, apropiada a sus intereses y podemos pensar que un Tweet, un comentario en un foro sustituyen en la actualidad a la escritura en lápiz al costado de un párrafo que nos interesa de un libro. Estas formas de escritura representan una interacción hasta incluso más viva y rica que el comentario al lado de un párrafo de un libro donde nadie, ni el escritor ni el propio autor de la anotación, volvería a responder, reformular, retrucar o reflexionar sobre la escritura. En cambio el comentario en los medios de comunicación modernos habilitan y hasta estimulan esta democratización de las interpretaciones. 

Pero volviendo al asunto de las lecturas que de chico me inspiraron, estoy seguro que decepcionarían a más de un intelectual.  ¿Por qué? porque un niño/adolescente no puede empezar leyendo La guerra y la paz o Crimen y castigo o El castillo de Kafka y sentir un placer estético que lo impulse a seguir leyendo y leyendo. Eso simplemente no sucederá (a menos que se trate de alguna rarísima excepción).

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Un lector comienza leyendo textos accesibles, literatura de entretenimiento (porque no olvidemos que antes de la aparición de las vanguardias la literatura tenía como función precisamente eso: entretener. Dostoievsky cobraba cada hoja que escribía. Resultó ser un genio, pero no escribía pensando en una trascendencia post-mortem sino más que nada en pagar sus deudas de juego).

Mis primeras lecturas fundamentales fueron la historieta Asterix y los libros de la colección Robin Hood, en particular las truculentas historias de piratas de Emilio Salgari (Sandokán, el Corsario negro), seguí con las novelas policiales inadecuadas para mi edad de James H. Chase y tuve mi momento epifánico cuando en séptimo grado, a mis doce años, encontré perdido en una antología de cuentos de suspenso, en la biblioteca de mi escuela primaria, el cuento de Charles Bukowski El asesinato de Ramón Vazquez.


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El cuento relata de forma sumamente descarnada el modo en el que dos malvivientes ingresan en la casa de un rico y anciano homosexual, lo violan, le roban y terminan asesinándolo en su bañera. Material que sin dudas no es adecuado para un niño de 12 años. 

¿Por qué ese cuento me produjo un impacto tan profundo en mi sensibilidad lectora? Porque por primera vez leía un cuento, inserto en un libro, es decir algo que alguien había considerado LITERATURA donde se hablaba en un lenguaje cotidiano, se relataba una atrocidad del mundo real, se mostraba el mundo sin adornos.

En mi necesidad lectora eso era mucho más interesante que las Crónicas marcianas de Ray Bradbury que me habían aburrido de muerte cuando me las habían hecho leer en quinto grado o los casos de Sherlock Holmes que también me habían aburrido en sexto grado o las novelas de perfecta precisión inglesa de Agatha Christie que había leído en segundo.

No quiere decir esto que a todos los adolescentes les vaya a suceder lo mismo que a mí con Bukowski que me generó tanta pasión y vértigo, la sensación de estar adentrándome a un mundo prohibido, que me llevó a seguir un camino de lectura que fue sofisticándose con el tiempo. Lo que sí creo que se puede extraer como lección de esto son varias cosas:

– Por empezar: no hay una receta mágica para que un niño se convierta en lector. A cada uno le gustarán o impresionarán distintas cosas.

No hay que tenerle miedo a lo que los chicos eligen leer y les gusta. Este es el punto clave para hacer un lector: dejar al niño/adolescente leer lo que le guste, lo que le divierta, lo que le genere placer. Si lo dejamos libre seguramente al terminar un libro que le gustó querrá leer otro y luego de ese otro y así irá evolucionando en su gusto lector. Porque las novelas mal escritas o livianas terminan cansando a un lector que se está formando y sofisticando en el camino.

– Derivado del punto anterior: no hay libros malos. Todos sirven si son disfrutados por alguien.

En esa charla donde me invitaron a hablar junto con otros colegas, una de las preguntas finales fue: “¿Qué libro le recomendarían a un adolescente para que se enganche con la lectura?”

Una de mis colegas recomendó la lectura de Clarice Lispector. Para quienes no la conocen, les comento que fue una escritora brasilera muy exquisita y refinada. Sin embargo NUNCA la recomendaría para un chico de doce años. ¿Por qué? por el mismo motivo que no les recomendaría leer Vida y destino de Vassilli Grossman o cualquier otro clásico largo, arduo y pesado a esa edad: porque antes que introducir en la lectura, lo más probable será que lo aparten.

Clarice

A nadie le gusta que lo tomen por tonto y muchas veces los grandes clásicos y las plumas más vanguardistas y refinadas entran en juegos del lenguaje y estéticos que son difíciles de descifrar. Y esto causa frustración, ganas de tirar el libro por la ventana.

Si uno deja que su hijo lea lo que quiera y se entusiasme con la lectura, quizás algún día llegará en el que ellos mismos querrán un desafío mayor que le permita un mayor goce estético. Pero intentar apurar la cocción de un lector es lo mismo que intentar apurar la cocción de un pastel: el resultado será horrible y se habrán desperdiciado recursos.

los juegos del hambre

¿Qué recomendé yo en esa ocasión? recomendé la saga de Los juegos del hambre de Suzanne Collins. Dentro del género YA y de la literatura de entretenimiento, esa saga tiene una escritura muy buena, una estructura folletinesca que genera adicción y unos temas que vienen incluso de la mitología griega. Es una combinación ideal que no puede hacer daño. Aunque sí, es literatura de entretenimiento. Pero no importa, porque algún lector avispado y adicto a la saga podrá luego seguir su camino lector y quién sabe qué grandes lecturas disfrutará en el futuro; lecturas a las que no habría llegado si no hubiera sido picado alguna vez por el bichito de la adicción a un libro.

 

3 thoughts on “¿Cómo se forma un lector?

  1. Yo arranqué a mi pasión por la lectura leyendo libros de terror.. pero infantiles (estilo R.L. Stine). Hoy en día se que si vuelvo a leerlos me parecerán absurdos y aburridos.

    Por otro lado, noto que con el correr de los años, cada uno va armando su camino y pasa por diferentes etapas de lectura acorde a su situación (por lo general manteniendo un hilo. Si te gustaron siempre libros de terror y suspenso, rara vez termines leyendo unos meses después una novela romántica). Misma sensación que genera la música, que por lo general las personas escuchan un genero determinado según el estado en el que se encuentren.

    Siento que se puede recomendar un libro especifico para arrancar, pero siempre teniendo en cuenta los gustos del lector. Además de los libros de Stine, desde chico me gustaron las historias de deporte, y no siempre eran cuentos o novelas, si no que por lo general me enganchaba con la vida y obra de futbolistas reconocidos.

  2. Gracias por compartir tu experiencia personal Jonathan.
    Precisamente, se trata de encontrar “ese” o “esos” libros, sean cuales sean, sean del género que sean, que te logran apasionar y te hacen llegar luego a una vida de lectura.
    Saludos.

  3. Curiosa, y con algo de tiempo, encontré este espacio. Soy abuela cuentera, leo en la escuela de mi barrio, y en otras que me invitan. Estoy fascinada con esta experiencia de seis años. Algo surge en cada encuentro que nos lleva a seguir viéndonos y apreciando cuentos, autores, momentos y magia. Porque (tal vez se vuelva libro algún día), mucho de lo que leo se manifiesta en mi vida como un milagro. Ejemplos?: conocer autores, protagonistas, y crear, al encontrarle la vuelta a esos chicos que con tanto entusiasmo me reciben. La idea es acercarlos a la lectura, aunque sea una noticia (de la buenas que hay), de un diario. Que sepan la aventura que les espera dentro un libro cerrado. Pasamos buenos momentos, no tienen que trabajar sobre lo leído, y por sobre todo, recibo cartitas afectuosas, llenas de dibujos y colores, que me impulsan a seguir leyéndoles todos miércoles.

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